En el aula de dos años, con materiales tan sencillos como palos, macarrones, pinzas de colores o pajitas, realizamos diversos juegos que nos ayudan a mejorar nuestra motricidad fina, a aumentar nuestro control óculo-manual, al desarrollo de nociones espaciales y al entrenamiento de la atención.
Y todo sin darnos cuenta, siempre a través del juego.
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