Somos pequeños, pero no por ello ponemos límites a nuestro conocimiento y a nuestras habilidades.
Los hermanos y hermanas mayores nos enseñan muchísimo y gracias a ellos los niños de dos años nos hemos dado cuenta de que somos capaces de reconocer el sonido de la letra por la que empieza nuestro nombre. Uno de nuestros amigos vino al aula con la duda de si su nombre empezaba con la misma letra que el de su hermana, dado que en casa había visto como trabajaba con esa letra, así que nos pusimos todos manos a la obra y hemos ido aprendiendo algunos fonemas, sin nombrar a las letras por su nombre.
Esto también nos ayuda a mejorar nuestra pronunciación, potenciar nuestra conciencia fonológica desde pequeños y a pensar y descubrir que hay muchas más palabras que empiezan por la misma letra que nuestro nombre.
¡¡Las letras son muy divertidas!!
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