Érase una vez unos niños de dos años que conocieron a un hada mágica, llamada Colorín, que con su varita les enseñó que a través de la lectura se pueden enfrentar a miles de aventuras.
Gracias a ella, cada niño decidió fabricar la suya propia y ahora podemos afirmar que para viajar lejos no hay nada mejor que una dosis de inocencia, tres de imaginación y un precioso libro.
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